Según las directrices del Ideario Educativo Antoniano favorece el desarrollo humano a través de la proyección de las dimensiones sicosociales trabajando en cada una de ellas así:
Dimensión física: Un educando que se preocupe del cuidado de su propio cuerpo, evitando todo aquello que atente contra él, (Tabaco, droga, diversiones insanas, etc.) que valore la vida al aire libre, el contacto con la naturaleza, la recreación, el deporte, la educación física, y la higiene, como medios para alcanzar la salud y desarrollo físico. Que sea conciente del funcionamiento de su cuerpo y de su cuidado, asumiendo sus posibilidades y limitaciones, respetándolo como un don de Dios. (cfr. Reglas Primitivas 163, 164, 165, 166, 252, 253).
Dimensión afectiva: Que sea capaz de manifestar sus propios sentimientos, que posea dominio interior y serenidad ante situaciones problemáticas; sensibilidad y calidez humana. Que asuma su ser varón o mujer y pueda relacionarse adecuadamente con el otro en tanto seres sexuados. Que valore la amistad y la familia, en un clima de confianza, intimidad, optimismo, ternura y sencillez. (cfr. Reglas Primitivas 251 – 253)
Dimensión cognitiva: Un estudiante o una estudiante, que se esmere en buscar constantemente la verdad, desarrollando el pensamiento lógico, reflexivo, crítico y creativo. Que realice aprendizajes significativos que le permitan acceder a todos los tipos de conocimientos, pudiendo discernir el lugar que estos conocimientos, ocupan en su destino trascendente y que le permitan acceder al trabajo como medio de significación de su vida. (cfr. Reglas Primitivas 161 – 162).
Dimensión social y de convivencia: Que sea capaz de aceptar a sus semejantes tal como son, escuchar la opinión del prójimo y discutir con respeto, mediante el dialogo con fundamentos sin pretender imponer sus ideas. Que sea abierto a los problemas sociales desde una participación creadora y de servicio. Un ciudadano responsable, protagonista, crítico, creador y transformador de la sociedad a través del amor, del conocimiento y del trabajo; defensor de las instituciones democráticas y del medio ambiente, poseedor de un gran amor a su patria. (cfr. Reglas Primitivas 165, 167, 251 – 253).
Dimensión ética, valorativa: Un educando capaz de elaborar con criterio propio una adecuada escala de valores que rijan su obrar, a fin de que pueda disentir entre el bien y el mal, a la luz del evangelio y aplicándolo en casos concretos con esfuerzo y vigor moral, que desarrolle de manera autónoma su obrar tendiente hacia el fin trascendente, que respete y acepte el declive. (cfr. Reglas Primitivas 258).
Dimensión trascendente: La comunidad educativa antoniana frente a la propuesta del evangelio aspira a que sus educandos sean capaces de internalizar a través de un aprendizaje permanente, criterios, vivencias y valores evangélicos. Puedan elaborar y auto conducir el propio proyecto de vida, inspirado en el evangelio e iluminado por el Ideario antoniano. Sepan asumir el compromiso de participación en las acciones evangelizadoras que se organicen desde la institución. Puedan llevar a una respuesta vital y comprometida frente a cristo, como fruto del convencimiento interior y del amor, no del temor. Descubran la importancia de conocer más profundamente a Cristo a través de la catequesis sistemática, de frecuentar los sacramentos, como fuentes de encuentro, de vida y de salvación. Reconozcan su lugar en la comunidad eclesial y se inserten activamente en ella. Descubran a Maria, la Madre que vela por ellos, los cuida y acompaña siempre. Encuentren en la Madre Antonia Cerini un modelo, un itinerario, para acercarse a Jesús. (cfr. Reglas Primitivas 173, 255 al 259).
Actualiza tu navegador para ver este sitio correctamente. Actualizar ahora